El fútbol en Vizcaya se dio a conocer en la década de 1890, gracias a que los marineros ingleses que trabajaban en los puertos vizcaínos solían jugar partidillos de football en sus ratos libres. El brasileño, que fue una apuesta personal de Andrea Berta y llegó al Metropolitano con la bendición de Filipe Luis, aterrizó con el cartel de ser uno de los laterales con más proyección del fútbol sudamericano, pero el cambio de sistema realizado por Simone un año después de su fichaje le mandó a un segundo plano.