Se sacaron de la chistera el más desacomplejado circo del rock and roll. El diablo vomitaba sangre y desplegaba sus alas; el chico de las estrellas sobrevolaba al público mientras tocaba la guitarra, y el hombre del espacio disparaba munición con su guitarra hasta abatir algún foco del escenario. Entre las 13 y 19 horas se abre una tienda de 6500 camisetas, las cuales se pueden comprar y, si uno tiene ganas, también se puede vender alguna que otra.